¿Quién es Jesús? Desde que vino a este mundo, ha habido quienes han preguntado: “¿Quién es este hombre? ¿Es sólo un hombre o es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo?” De las Escrituras podemos ver que Jesús es, en verdad, el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

En primer lugar, en la Biblia se hace referencia a Jesús como “Dios”. El profeta Isaías, en Isaías 9:6-7, lo llamó “Dios fuerte”. En Juan 1:1-3, 14, a Jesús se le llama “el Verbo” que se hizo carne y habitó entre los hombres. En Hebreos 1:8 leemos: “Pero del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por el siglo del siglo; Y el cetro de rectitud es el cetro de tu reino”. En Juan 3:16, Jesús es llamado el “Hijo unigénito” de Dios enviado para salvar al mundo del pecado. Sí, Jesús es Divino según las Escrituras. Se le conoce como Dios, como la Palabra viva y como el Hijo unigénito de Dios. Él es el Cristo, no sólo un buen hombre o un gran maestro. En segundo lugar, Jesús mostró que Él es Dios. ¿Quién sino Dios tiene el poder de crear?. Sin embargo, en Juan 1:1-3, leemos que todas las cosas fueron creadas por medio de Jesucristo. ¿A quién se debe adorar sino a Dios?. Escrituras como Mateo 4:10, Apocalipsis 19:10 y Apocalipsis 22:9 muestran que los hombres deben adorar a Dios. Pero Jesús aceptó la adoración de los hombres mientras estuvo en la tierra (Mateo 8:2; 9:18). Por tanto, Jesús es Dios. Él es eterno. Él no es un ser creado. Él es el autor de la creación. Él es la Palabra viva por quien fueron creadas todas las cosas.

La epístola a los Colosenses establece la dignidad y la Divinidad de Cristo (Colosenses 1:13-20). También en Filipenses 2:9-11, Pablo escribió: “Por lo cual también Dios lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre; que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de lo que está en el cielo y de lo que está en la tierra y de lo que está debajo de la tierra, y que toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Por tanto, Jesucristo es más que un ángel y es más que un profeta. Jesucristo es la Deidad. Él es el Hijo unigénito del Padre celestial.

¿Quién tiene derecho a perdonar los pecados? Dios tiene derecho a perdonar los pecados; sin embargo, mientras Jesús estuvo en la tierra, tuvo el poder de perdonar pecados y sanar milagrosamente (Marcos 2:1-12). Sólo Dios puede perdonar los pecados. Por lo tanto, dado que Jesús perdonó los pecados mientras estuvo en la tierra, Jesús es Deidad.

También se habla de Jesús como igual a Dios Padre y al Espíritu Santo. En Génesis 1:26 leemos: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza...”. Los presentes fueron Dios Padre, Dios Hijo (Jesucristo) y Dios Espíritu Santo—el Deidad. Dios, Jesús y el Espíritu Santo trabajaron juntos en estos poderosos actos de creación del mundo (Génesis 1:1-2).

Finalmente, notamos que Jesús era (y es) uno con el Padre. En Juan 10:30 leemos: “Yo y el Padre uno somos”. Estas son las palabras de Jesús que describen su relación con el Padre. Son uno en naturaleza, propósito y enseñanza. Felipe una vez le dijo a Jesús: “Señor, muéstranos al Padre, y nos basta". Jesús respondió: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? el que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo dices: Muéstranos al Padre?” (Juan 14:8-9). Sí, Jesús era uno con Su Padre. En Filipenses capítulo 2, hay una declaración que muestra que Jesús era (y es) uno con Dios. “Tened en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, siendo hecho a semejanza de los hombres; y hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, sí, muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).

Lo que se ha dicho aquí de Jesús no es cierto para ninguna otra persona que haya existido. Tal como declaró el centurión mientras estaba ante la cruz de Cristo y contemplaba al Hijo de Dios crucificado por los pecados del mundo: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mateo 27:54). ¡Él es el Hijo de Dios, no es un simple hombre! Él no es un ser creado y no es como uno de los ángeles. Él está por encima de los ángeles. ¡Él es el Hijo unigénito de Dios!

Toda la epístola a los Hebreos señala el contraste entre la antigua Ley de Moisés y el Nuevo Pacto de Cristo. También exalta a Jesús por encima de todo. La epístola comienza: “Dios, habiendo hablado en otro tiempo a los padres por los profetas en diversas partes y de diversas maneras, al fin de estos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo, por quien también hizo el mundo; el cual siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su poder, después de haber hecho la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas; habiendo llegado a ser tanto mejor que los ángeles, cuanto que ha heredado un nombre más excelente que éllos”. (Hebreos 1:1-4).

Está claro que Jesucristo está por encima de todos los demás, que Él, incluso ahora, está a la diestra de Dios como nuestro gran Sumo Sacerdote y Rey sobre su reino espiritual, la iglesia. También está claro que mediante la obediencia a su Evangelio, podemos llegar a ser ciudadanos de ese reino espiritual, su cuerpo, sobre el cual Él es Cabeza. Luego, al continuar viviendo fielmente en su cuerpo, podremos pasar la eternidad con Él. Para ser miembros de su iglesia, el cuerpo de los salvos, debemos venir a Dios a través de Jesús, creyendo en Él como el Hijo unigénito de Dios (Juan 8:24). Entonces debemos arrepentirnos de nuestros pecados; es decir, cambiar de opinión y luego cambiar de vida, alejándonos del pecado (Lucas 13:3). Luego debemos confesar a Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, y ser sepultados en el bautismo para el perdón de nuestros pecados (Hechos 8:36-39). Es entonces cuando somos limpiados por la sangre de Cristo y añadidos por el Señor a la iglesia de Cristo, la cual fue comprada con Su preciosa sangre (Hechos 2:41, 47; 20:28).