La Iglesia Adventista del Séptimo Día no tiene su fundación en la Biblia, porque empezó a existir a mediados del siglo XIX. Esta iglesia tuvo su inicio bajo el liderazgo equivocado de un hombre llamado William Miller. Se ha corroborado que Miller fue un falso profeta cuando predijo el fin del mundo y dijo que iba a ocurrir en 1843, y otra vez en 1844 (Deuteronomio 18:22; Mateo 24:36). Cuando sus profecías fallaron, William Miller y su esposa desaparecieron del ámbito religioso.
James White y su esposa Ellen G. White se hicieron los nuevos líderes del movimiento de Miller, y añadieron varias otras doctrinas a las que Miller había enseñado. La Iglesia Adventista del Séptimo Día fue organizada formalmente en el año 1863 en Battle Creek, Michigan, EE.UU.
Ellen G. White asegura que fue inspirada por Dios. Ella afirma que Dios le dio visiones y revelaciones—cabe mencionar que White sufría alucinaciones, como resultado de un accidente en su infancia. En el año 1847, Ellen White afirma haber tenido una visión en la cual fue levantada al cielo. Ella dijo que le fueron mostrados los diez mandamientos, y el cuarto mandamiento (“Acuérdate del día de reposo para santificarlo”) fue iluminado con una luz brillante. Ella dijo que el significado de esto era que el hecho de guardar el día de reposo (sábado, el séptimo día de la semana) es algo requerido para todos.
Con el propósito de probar que debemos guardar el día de reposo, los Adventistas del Séptimo Día dicen que hay dos leyes en el Antiguo Testamento: (1) La Ley de Dios—los diez mandamientos; y (2) La Ley de Moisés—la ley ceremonial. Además dicen que Cristo, al morir en la cruz, solo puso fin a la “Ley de Moisés.” Según ellos, no puso fin a la “Ley de Dios,” que incluye el mandamiento “Acuérdate del día de reposo para santificarlo.” Así enseñan que este mandamiento sigue vigente para todos hasta el día de hoy.
Sin embargo, esta opinión adventista contradice la enseñanza bíblica. El Nuevo Testamento enseña que hoy no estamos bajo ninguna ley del Antiguo Testamento (Romanos 7:1-7; 2 Corintios 3:1-18; Gálatas 3:24-25; Efesios 2:13-16; Colosenses 2:14; Hebreos 7:12; 8:7).
La Biblia también enseña claramente que la Ley de Dios y la Ley de Moisés se refieren a la misma ley (Nehemías 8:1, 18; Esdras 7:6, 12; Lucas 2:22-23). Cuando Jesús puso fin a la Ley de Moisés, también puso fin a la Ley de Dios del Antiguo Testamento, porque son la misma ley. La Biblia también enseña claramente que los cristianos debemos adorar a Dios el domingo, que es el primer día de la semana (Hechos 20:7; 1 Corintios 16:1, 2; Apocalipsis 1:10).
A continuación, hay siete razones que explican porqué la gente de hoy no tiene que guardar el día de reposo (sábado):
(1) En 2 Corintios 3, se usa una comparación de términos para contrastar “aquello que había de ser abolido” (versículo 13, RVR60) y “es quitado” (versículo 14) con “lo que permanece” (versículo 11).
James White y su esposa Ellen G. White se hicieron los nuevos líderes del movimiento de Miller, y añadieron varias otras doctrinas a las que Miller había enseñado. La Iglesia Adventista del Séptimo Día fue organizada formalmente en el año 1863 en Battle Creek, Michigan, EE.UU.
Ellen G. White asegura que fue inspirada por Dios. Ella afirma que Dios le dio visiones y revelaciones—cabe mencionar que White sufría alucinaciones, como resultado de un accidente en su infancia. En el año 1847, Ellen White afirma haber tenido una visión en la cual fue levantada al cielo. Ella dijo que le fueron mostrados los diez mandamientos, y el cuarto mandamiento (“Acuérdate del día de reposo para santificarlo”) fue iluminado con una luz brillante. Ella dijo que el significado de esto era que el hecho de guardar el día de reposo (sábado, el séptimo día de la semana) es algo requerido para todos.
Con el propósito de probar que debemos guardar el día de reposo, los Adventistas del Séptimo Día dicen que hay dos leyes en el Antiguo Testamento: (1) La Ley de Dios—los diez mandamientos; y (2) La Ley de Moisés—la ley ceremonial. Además dicen que Cristo, al morir en la cruz, solo puso fin a la “Ley de Moisés.” Según ellos, no puso fin a la “Ley de Dios,” que incluye el mandamiento “Acuérdate del día de reposo para santificarlo.” Así enseñan que este mandamiento sigue vigente para todos hasta el día de hoy.
Sin embargo, esta opinión adventista contradice la enseñanza bíblica. El Nuevo Testamento enseña que hoy no estamos bajo ninguna ley del Antiguo Testamento (Romanos 7:1-7; 2 Corintios 3:1-18; Gálatas 3:24-25; Efesios 2:13-16; Colosenses 2:14; Hebreos 7:12; 8:7).
La Biblia también enseña claramente que la Ley de Dios y la Ley de Moisés se refieren a la misma ley (Nehemías 8:1, 18; Esdras 7:6, 12; Lucas 2:22-23). Cuando Jesús puso fin a la Ley de Moisés, también puso fin a la Ley de Dios del Antiguo Testamento, porque son la misma ley. La Biblia también enseña claramente que los cristianos debemos adorar a Dios el domingo, que es el primer día de la semana (Hechos 20:7; 1 Corintios 16:1, 2; Apocalipsis 1:10).
A continuación, hay siete razones que explican porqué la gente de hoy no tiene que guardar el día de reposo (sábado):
(1) En 2 Corintios 3, se usa una comparación de términos para contrastar “aquello que había de ser abolido” (versículo 13, RVR60) y “es quitado” (versículo 14) con “lo que permanece” (versículo 11).
Los diez mandamientos son incluidos en la lista de cosas que fueron abolidas y quitadas.
(2) La carta a los gálatas fue escrita para advertirles sobre los falsos maestros que trataban de quitar la libertad que los cristianos tenemos en Jesucristo. Los falsos maestros querían llevar a los cristianos a la esclavitud de la Ley de Moisés (Gálatas 2:4; 5:1). La Ley de Moisés fue dada 450 años después de la promesa de Dios a Abraham (Gálatas 3:17). La Ley de Moisés, que incluye los diez mandamientos, fue dada para que cumpliera hasta que viniera la “Descendencia” (Cristo) (Gálatas 3:19). La Ley de Moisés fue un guía para llevarnos a la fe en Cristo (Gálatas 3:24-25). “Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo el guía” (la Ley de Moisés).
(3) En Romanos 7, el apóstol Pablo dice que los cristianos han muerto a la ley (Romanos 7:4). También dice que hemos “quedado libres de la Ley” (versículo 6). La ley a la que hemos muerto dice “No codiciarás” (versículo 7). Como esto es uno de los diez mandamientos, esto significa que la ley a la que somos muertos, y de la cual hemos sido puestos en libertad, es la misma ley que contiene los diez mandamientos. El décimo mandamiento es “No codiciarás” (Éxodo 20:17)
(4) Jeremías 31:31-34 es una profecía sobre la ley que incluye los diez mandamientos: “‘Vienen días,’ declara el SEÑOR ‘en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto...’” En Hebreos 8:8-13, vemos el cumplimiento de la profecía de Jeremías. El pacto que Dios hizo con Israel y Judá cuando los dirigió de Egipto fue la ley dada en el monte Sinaí (Éxodo 20).
Incluyó los diez mandamientos. El escritor de Hebreos dice: “Pues si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo” (8:7) Fíjese también en que el día de reposo fue revelado en Sinaí, no en la creación como dicen los adventistas (Nehemías 9:13, 14).
(5) Pablo les escribió a los cristianos en Colosas que Cristo había “cancelado el documento de deuda que consistía en decretos” (una referencia directa a los diez mandamientos) “contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz” (Colosenses 2:14).
(6) Después de que Pablo les dijo a los cristianos en Colosas que el “documento de deuda que consistía en decretos” fue clavado en la cruz, les instruyó: “Por tanto, que nadie se constituya en juez de ustedes con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo, cosas que sólo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo” (Colosenses 2:16, 17). Estos pasajes enseñan claramente que el día de reposo ya no es requerido, ni ha sido requerido jamás para el cristiano. Solo fue un mandamiento para el pueblo de Israel antes de la muerte de Jesús en la cruz.
(7) No es correcto acudir al Antiguo Testamento para apoyar una doctrina, porque hoy vivimos bajo el Nuevo Testamento. De hecho, Pablo dijo que los que procuran ser justificados por la Ley Antigua “de Cristo se han separado” y “de la gracia han caído” (Gálatas 5:4).
Los Adventistas del Séptimo Día también prohiben que sus miembros coman ciertos alimentos. Esto claramente va en contra de lo que enseña 1 Timoteo 4:1-5, que dice que todo alimento es bueno para comer si se recibe con acción de gracias. Ellos también enseñan una falsa doctrina que se llama “el sueño del alma” que es contraria a la enseñanza del Señor en Lucas 16:19-31. Además de estas falsas doctrinas, ellos niegan que exista el castigo eterno, a pesar de la enseñanza bíblica (Mateo 3:12; 25:46).
La iglesia de la Biblia fue establecida por Jesucristo, no por Ellen G. White (Mateo 16:18). Tuvo su inicio en Jerusalén, no en Battle Creek, Michigan (Hechos 2). Fue establecida en el año 33 después de Cristo, no en 1863. La iglesia de la Biblia se conoce como la iglesia de Cristo, no como “La Iglesia Adventista del Séptimo Día” (Romanos 16:16). Entonces, ¿cuál de estas iglesias es de Dios?
Había muchos cristianos antes de que Ellen G. White reclamara que había recibido revelaciones de Dios. Nunca ha habido necesidad de algo más que la
Biblia para salvarnos de nuestros pecados (Romanos 1:16). Miles de años antes del nacimiento de Ellen G. White, el apóstol Pedro escribió que Dios nos
había dado “todo cuanto concierne la vida y la piedad” (1 Pedro 1:3). No necesitamos a Ellen G. White, ni sus supuestas revelaciones, para ser salvos. Ni tampoco necesitamos la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Podemos obedecer el evangelio sencillo, que fue predicado en el primer siglo, y ser añadidos por el Señor a la iglesia que Él mismo edificó (Mateo 16:18; Hechos 2:36-47).
(2) La carta a los gálatas fue escrita para advertirles sobre los falsos maestros que trataban de quitar la libertad que los cristianos tenemos en Jesucristo. Los falsos maestros querían llevar a los cristianos a la esclavitud de la Ley de Moisés (Gálatas 2:4; 5:1). La Ley de Moisés fue dada 450 años después de la promesa de Dios a Abraham (Gálatas 3:17). La Ley de Moisés, que incluye los diez mandamientos, fue dada para que cumpliera hasta que viniera la “Descendencia” (Cristo) (Gálatas 3:19). La Ley de Moisés fue un guía para llevarnos a la fe en Cristo (Gálatas 3:24-25). “Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo el guía” (la Ley de Moisés).
(3) En Romanos 7, el apóstol Pablo dice que los cristianos han muerto a la ley (Romanos 7:4). También dice que hemos “quedado libres de la Ley” (versículo 6). La ley a la que hemos muerto dice “No codiciarás” (versículo 7). Como esto es uno de los diez mandamientos, esto significa que la ley a la que somos muertos, y de la cual hemos sido puestos en libertad, es la misma ley que contiene los diez mandamientos. El décimo mandamiento es “No codiciarás” (Éxodo 20:17)
(4) Jeremías 31:31-34 es una profecía sobre la ley que incluye los diez mandamientos: “‘Vienen días,’ declara el SEÑOR ‘en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto...’” En Hebreos 8:8-13, vemos el cumplimiento de la profecía de Jeremías. El pacto que Dios hizo con Israel y Judá cuando los dirigió de Egipto fue la ley dada en el monte Sinaí (Éxodo 20).
Incluyó los diez mandamientos. El escritor de Hebreos dice: “Pues si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo” (8:7) Fíjese también en que el día de reposo fue revelado en Sinaí, no en la creación como dicen los adventistas (Nehemías 9:13, 14).
(5) Pablo les escribió a los cristianos en Colosas que Cristo había “cancelado el documento de deuda que consistía en decretos” (una referencia directa a los diez mandamientos) “contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz” (Colosenses 2:14).
(6) Después de que Pablo les dijo a los cristianos en Colosas que el “documento de deuda que consistía en decretos” fue clavado en la cruz, les instruyó: “Por tanto, que nadie se constituya en juez de ustedes con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo, cosas que sólo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo” (Colosenses 2:16, 17). Estos pasajes enseñan claramente que el día de reposo ya no es requerido, ni ha sido requerido jamás para el cristiano. Solo fue un mandamiento para el pueblo de Israel antes de la muerte de Jesús en la cruz.
(7) No es correcto acudir al Antiguo Testamento para apoyar una doctrina, porque hoy vivimos bajo el Nuevo Testamento. De hecho, Pablo dijo que los que procuran ser justificados por la Ley Antigua “de Cristo se han separado” y “de la gracia han caído” (Gálatas 5:4).
Los Adventistas del Séptimo Día también prohiben que sus miembros coman ciertos alimentos. Esto claramente va en contra de lo que enseña 1 Timoteo 4:1-5, que dice que todo alimento es bueno para comer si se recibe con acción de gracias. Ellos también enseñan una falsa doctrina que se llama “el sueño del alma” que es contraria a la enseñanza del Señor en Lucas 16:19-31. Además de estas falsas doctrinas, ellos niegan que exista el castigo eterno, a pesar de la enseñanza bíblica (Mateo 3:12; 25:46).
La iglesia de la Biblia fue establecida por Jesucristo, no por Ellen G. White (Mateo 16:18). Tuvo su inicio en Jerusalén, no en Battle Creek, Michigan (Hechos 2). Fue establecida en el año 33 después de Cristo, no en 1863. La iglesia de la Biblia se conoce como la iglesia de Cristo, no como “La Iglesia Adventista del Séptimo Día” (Romanos 16:16). Entonces, ¿cuál de estas iglesias es de Dios?
Había muchos cristianos antes de que Ellen G. White reclamara que había recibido revelaciones de Dios. Nunca ha habido necesidad de algo más que la
Biblia para salvarnos de nuestros pecados (Romanos 1:16). Miles de años antes del nacimiento de Ellen G. White, el apóstol Pedro escribió que Dios nos
había dado “todo cuanto concierne la vida y la piedad” (1 Pedro 1:3). No necesitamos a Ellen G. White, ni sus supuestas revelaciones, para ser salvos. Ni tampoco necesitamos la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Podemos obedecer el evangelio sencillo, que fue predicado en el primer siglo, y ser añadidos por el Señor a la iglesia que Él mismo edificó (Mateo 16:18; Hechos 2:36-47).