La iglesia es un reino sobre el cual Cristo reina como rey (1 Timoteo 6:15; Juan 18:37; Juan 19:19). Los cristianos son los ciudadanos de este reino (Colosenses 1:13; Hebreos 12:28; Apocalipsis 1:9). El mundo es el territorio de este reino (Mateo 28:19; Marcos 16:15; Hechos 1:8). El nuevo nacimiento es la manera por la cual podemos entrar en el reino (Juan 3:5).

Una Cabeza y un Rey: Cristo

La iglesia es el cuerpo de Cristo, y Cristo es su única cabeza (Efesios 1:22, 23; 4:4). Él tiene toda la autoridad (Mateo 28:18; Colosenses 1:18). No le ha dado esta autoridad a ninguna otra persona. Como Cristo es la cabeza, recibimos nuestras instrucciones de Él. Como Él es rey, debemos obedecerle (Efesios 5:24). La iglesia no tiene ninguna sede terrenal. La sede de la iglesia de Cristo está en el cielo. Cada congregación del cuerpo del Señor es independiente y autónoma. No hay ningún papa, concilio, conferencia, o grupo de personas que controla a todas las congregaciones del cuerpo del Señor.

Los ancianos

El plan de Dios es que se designen ancianos en cada iglesia (Hechos 14:23; Tito 1:5). En el Nuevo Testamento, los ancianos también se llaman presbíteros (1 Timoteo 4:14); obispos (Filipenses 1:1; 1 Timoteo 3:1, 2; Hechos 20:28); pastores (Efesios 4:11, 12; 1 Pedro 5:1-4). El término “pastor” tiene que ver con apacentar ovejas, y en el Nuevo Testamento, un predicador nunca es llamado “pastor.” Los ancianos de la congregación local son los pastores (1 Pedro 5:1-4).

Los requisitos para ser anciano se encuentran en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-13. Además de ser un cristiano fiel, el anciano también debe tener una esposa e hijos creyentes. Un hombre recién bautizado no puede ser anciano. También debe haber una pluralidad de ancianos en cada congregación, no solamente uno. La Biblia siempre menciona “ancianos” en la forma plural de la palabra (Hechos 14:23; 20:17, 18, 28). La responsabilidad de los ancianos es guiar, proteger, apacentar, y gobernar el rebaño de Dios (1 Pedro 5:1-4; Hechos 20:28; 1 Timoteo 5:17; Hebreos 13:17).

Los diáconos

También hay que designar a diáconos en cada iglesia (Filipenses 1:1). Los requisitos para ser diácono se encuentran en 1 Timoteo 3:8-13. El trabajo del diácono incluye lo que se describe en Hechos 6:1-6. También, solo los hombres pueden ser diáconos. Una mujer no puede ser diaconisa, porque no puede cumplir el requisito de ser “marido de una sola mujer” (1 Timoteo 3:12).

Los predicadores

Los predicadores tienen la responsabilidad de “predicar la palabra” (2 Timoteo 4:1-5). Como es el caso con ancianos y diáconos, solo un hombre puede ser predicador (1 Timoteo 2:8-15). El predicador es evangelista y ministro de la palabra de Dios (2 Timoteo 4:5). En el Nuevo Testamento, los predicadores nunca llevan títulos como “Pastor,” “Doctor,” o “Padre” (Mateo 23:8-12).

Los miembros

Cada persona que ha obedecido el evangelio es miembro de la iglesia del Señor (Gálatas 3:27; Efesios 1:3). Los miembros de la iglesia deben obedecer a los ancianos (Hebreos 13:17). Deben enseñar a los perdidos (Hechos 8:4; 2 Timoteo 2:24-25). Deben practicar “la religión pura” (Santiago 1:27).

El liderazgo de la iglesia del Señor se compone de hombres que cumplen los requisitos. Si una iglesia no tiene este tipo de organización, no puede ser la iglesia que edificó Jesús. Cristo es la cabeza solamente de la iglesia que tiene una organización bíblica. Si la iglesia donde usted asiste tiene ancianas, diaconisas, o predicadoras, esa iglesia no puede ser la iglesia que edificó Jesús. ¿Por qué no dejar a las iglesias hechas por hombres, y hacerse miembro de la
iglesia de Cristo?