Pablo le escribió a Timoteo: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17) La Biblia es la plena palabra de Dios, verbalmente inspirada e infalible. ¿Qué quiere decir esto? La palabra “inspirada” quiere decir que la Biblia vino de Dios, y no de los hombres. La palabra “infalible” quiere decir que la Biblia no puede enseñar ningún error. Y la palabra “verbalmente” quiere decir que las palabras mismas (no solamente los pensamientos) fueron dadas por Dios a los escritores.
O la Biblia vino de Dios, o de los hombres. Pedro escribió: “Pero ante todo sepan esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios.” (2 Pedro 1:20-21).
La gente de cada época ha estado de acuerdo de que la Biblia es la palabra de Dios. Pablo dijo claramente que las palabras que él hablaba y escribía fueron los mandamientos de Dios. “Si alguien piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que les escribo es mandamiento del Señor.” (1 Corintios 14:37) Escribió a los tesalonicenses: “Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen.” (1 Tesalonicenses 2:13) Pablo también escribió a la iglesia en Éfeso “que por revelación me fue dado a conocer el misterio, tal como antes les escribí brevemente. En vista de lo cual, leyendo, podrán entender mi comprensión del misterio de Cristo” (Efesios 3:3-4).
Nuestro Señor Jesucristo también testificó que la Biblia es la palabra inspirada de Dios. Él creyó que el Antiguo Testamento vino de Dios: “Después Jesús les dijo: ‘Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.’” (Lucas 24:44). Aun antes de que se escribió el Nuevo Testamento, Jesús dijo que su mensaje vendría de Dios. Les dijo a sus apóstoles: “Pero cuando El, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber lo que habrá de venir.” (Juan 16:13).
Algunos piensan que la Biblia es inspirada así como se dice que la poesía es inspirada. Piensan que los escritores de la Biblia fueron hombres ingeniosos como Shakespeare o Confucio. Si es así, entonces la Biblia es un libro ordinario solamente. Pero ¡no es así! No solamente les dio Dios sus pensamientos a los hombres que escribieron la Biblia, sino también les dio las palabras para expresar esos pensamientos: “Entonces el Señor extendió Su mano y tocó mi boca. Y el Señor me dijo: ‘Yo he puesto Mis palabras en tu boca.’” (Jeremías 1:9).
“Ahora pues, ve, y Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar.” (Éxodo 4:12).
“El Espíritu del Señor habló por mí, Y Su palabra estuvo en mi lengua.” (2 Samuel 23:2). “Y si alguien no obedece nuestra enseñanza en esta carta, señalen al tal y no se asocien con él, para que se avergüence.” (2 Tesalonicenses 3:14).
Ya que las palabras mismas de la Biblia son inspiradas, Pablo pudo hacer un argumento basado en la diferencia entre un sustantivo singular (descendencia) y plural (descendencias): “Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: ‘y a las descendencias,’ como refiriéndose a
muchas, sino más bien a una: ‘y a tu descendencia,’ es decir, Cristo.” (Gálatas 3:16)
No debemos añadir a la palabra de Dios, sustraer de ella, ni cambiarla en ninguna manera (Deuteronomio 4:2; Gálatas 1:6-9; Apocalipsis 22:18-19). Cuando se traducen correctamente las palabras hebreas del Antiguo Testamento y las palabras griegas del Nuevo Testamento, tenemos la Palabra de Dios en nuestro idioma.
La Biblia es el libro inspirado de Dios, el cual nos provee todas nuestras necesidades espirituales. “Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia.” (2 Pedro 1:3). La Biblia
también es el libro por lo cual seremos juzgados en el día final. Jesús dijo: “El que Me rechaza y no recibe Mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final.” (Juan 12:48)
O la Biblia vino de Dios, o de los hombres. Pedro escribió: “Pero ante todo sepan esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios.” (2 Pedro 1:20-21).
La gente de cada época ha estado de acuerdo de que la Biblia es la palabra de Dios. Pablo dijo claramente que las palabras que él hablaba y escribía fueron los mandamientos de Dios. “Si alguien piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que les escribo es mandamiento del Señor.” (1 Corintios 14:37) Escribió a los tesalonicenses: “Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen.” (1 Tesalonicenses 2:13) Pablo también escribió a la iglesia en Éfeso “que por revelación me fue dado a conocer el misterio, tal como antes les escribí brevemente. En vista de lo cual, leyendo, podrán entender mi comprensión del misterio de Cristo” (Efesios 3:3-4).
Nuestro Señor Jesucristo también testificó que la Biblia es la palabra inspirada de Dios. Él creyó que el Antiguo Testamento vino de Dios: “Después Jesús les dijo: ‘Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.’” (Lucas 24:44). Aun antes de que se escribió el Nuevo Testamento, Jesús dijo que su mensaje vendría de Dios. Les dijo a sus apóstoles: “Pero cuando El, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber lo que habrá de venir.” (Juan 16:13).
Algunos piensan que la Biblia es inspirada así como se dice que la poesía es inspirada. Piensan que los escritores de la Biblia fueron hombres ingeniosos como Shakespeare o Confucio. Si es así, entonces la Biblia es un libro ordinario solamente. Pero ¡no es así! No solamente les dio Dios sus pensamientos a los hombres que escribieron la Biblia, sino también les dio las palabras para expresar esos pensamientos: “Entonces el Señor extendió Su mano y tocó mi boca. Y el Señor me dijo: ‘Yo he puesto Mis palabras en tu boca.’” (Jeremías 1:9).
“Ahora pues, ve, y Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar.” (Éxodo 4:12).
“El Espíritu del Señor habló por mí, Y Su palabra estuvo en mi lengua.” (2 Samuel 23:2). “Y si alguien no obedece nuestra enseñanza en esta carta, señalen al tal y no se asocien con él, para que se avergüence.” (2 Tesalonicenses 3:14).
Ya que las palabras mismas de la Biblia son inspiradas, Pablo pudo hacer un argumento basado en la diferencia entre un sustantivo singular (descendencia) y plural (descendencias): “Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: ‘y a las descendencias,’ como refiriéndose a
muchas, sino más bien a una: ‘y a tu descendencia,’ es decir, Cristo.” (Gálatas 3:16)
No debemos añadir a la palabra de Dios, sustraer de ella, ni cambiarla en ninguna manera (Deuteronomio 4:2; Gálatas 1:6-9; Apocalipsis 22:18-19). Cuando se traducen correctamente las palabras hebreas del Antiguo Testamento y las palabras griegas del Nuevo Testamento, tenemos la Palabra de Dios en nuestro idioma.
La Biblia es el libro inspirado de Dios, el cual nos provee todas nuestras necesidades espirituales. “Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia.” (2 Pedro 1:3). La Biblia
también es el libro por lo cual seremos juzgados en el día final. Jesús dijo: “El que Me rechaza y no recibe Mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final.” (Juan 12:48)