Cuando los hijos de Israel comenzaron a desobedecer a Dios, Él les habló por medio de Moisés y les advirtió de que iba a levantar a un hombre semejante a Moisés para hablarles. Los que desobedecieran Su palabra perecerían. (Deuteronomio 18:15-19).
La promesa a los hijos de Israel se cumplió en el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo (Hechos 3:19-26). Él nació para redimir al mundo. Pero los hijos de Israel, entre los cuales Él nació y creció, lo rechazaron.
Un día durante su ministerio en la Tierra, nuestro Señor tomó a tres de Sus discípulos y subió a un monte alto. “...y se transfiguró delante de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede blanquear. Y se les apareció Elías junto con Moisés, y estaban hablando con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: ‘Rabí, bueno es que estemos aquí; hagamos tres enramadas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías.’ Porque él no sabía qué decir, pues estaban aterrados. Entonces se formó una nube que los cubrió, y una voz salió de la nube: ‘Este es Mi Hijo amado; oigan a El.’” (Marcos 9:2-7).
¿Cuál fue el significado de todo esto? Moisés simbolizó la Ley. El pueblo de Dios ya no más debería seguir la Ley de Moisés como un sistema de adorar a Dios. Ya no se requiere guardar el sábado, dar diezmos, sacrificar animales, ni adorar con instrumentos musicales. Elías simbolizó los profetas que hablaron acerca de la venida a la Tierra de un Salvador, el cual nacería de la simiente de David. Ya que ha venido el Salvador, la gente no debería volver a la Ley y a los profetas, ¡sino obedecer las palabras de Jesucristo!
Lo que Cristo dijo no provino de Sí mismo; fue palabras de Dios el Padre. “Si alguno oye Mis palabras y no las guarda, Yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que Me rechaza y no recibe Mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final. Porque Yo no he hablado por Mi propia cuenta, sino que el Padre mismo que Me ha enviado Me ha dado mandamiento sobre lo que he de decir y lo que he de hablar. Y sé que Su mandamiento es vida eterna; por eso lo que Yo hablo, lo hablo tal como el Padre Me lo ha dicho.” (Juan 12:47-50).
Mucha gente no obedece las palabras de Cristo. Hasta mucha gente religiosa se ha extraviado de las palabras de Cristo y ha sustituido sus propios pensamientos. No creen que Cristo tuviera razón cuando dijo “edificaré Mi iglesia” (Mateo 16:18). La palabra “Mi” indica posesión. Una persona o un grupo de personas no tiene el derecho de formar su propia denominación y adorar a Dios a su manera. Jesús dijo “Toda planta que Mi Padre celestial no haya plantado, será desarraigada. Déjenlos; son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo.” (Mateo 15:13-14)
Los fundadores de las denominaciones humanas son ciegos guías. Los que adoran como miembros de tales denominaciones son ciegos seguidores. Por eso Jesús advirtió: “No todo el que Me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. Muchos Me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?’ Entonces les declararé: ‘Jamás los conocí; apártense de Mí, los que practican la iniquidad.” (Mateo 7:21-23)
En el Juicio Final, Jesús negará a ciertas personas. No será porque no lo adoraron, sino no lo adoraron según Su voluntad. Dios prometió construir una casa (Isaías 2:2-3). Cristo llamaba esta casa “Mi iglesia.” Jesús compró esta iglesia con Su sangre: “Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con Su propia sangre.” (Hechos 20:28) Nadie tiene el derecho de formar cualquier otra iglesia, ni de llamarla cualquier nombre que quiera.
¡Respetemos la autoridad de Dios! No debemos de añadir a las cosas que Dios ha mandado, ni sustraer de ellas (Apocalipsis 22:18-19). Si no respetamos la autoridad de Dios en la Biblia, no podemos alcanzar salvación (2 Juan 9-11).
¿Es usted salvo? Jesús dijo “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.” (Marcos 16:16). ¿Por qué no cree y se bautiza hoy?
La promesa a los hijos de Israel se cumplió en el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo (Hechos 3:19-26). Él nació para redimir al mundo. Pero los hijos de Israel, entre los cuales Él nació y creció, lo rechazaron.
Un día durante su ministerio en la Tierra, nuestro Señor tomó a tres de Sus discípulos y subió a un monte alto. “...y se transfiguró delante de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede blanquear. Y se les apareció Elías junto con Moisés, y estaban hablando con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: ‘Rabí, bueno es que estemos aquí; hagamos tres enramadas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías.’ Porque él no sabía qué decir, pues estaban aterrados. Entonces se formó una nube que los cubrió, y una voz salió de la nube: ‘Este es Mi Hijo amado; oigan a El.’” (Marcos 9:2-7).
¿Cuál fue el significado de todo esto? Moisés simbolizó la Ley. El pueblo de Dios ya no más debería seguir la Ley de Moisés como un sistema de adorar a Dios. Ya no se requiere guardar el sábado, dar diezmos, sacrificar animales, ni adorar con instrumentos musicales. Elías simbolizó los profetas que hablaron acerca de la venida a la Tierra de un Salvador, el cual nacería de la simiente de David. Ya que ha venido el Salvador, la gente no debería volver a la Ley y a los profetas, ¡sino obedecer las palabras de Jesucristo!
Lo que Cristo dijo no provino de Sí mismo; fue palabras de Dios el Padre. “Si alguno oye Mis palabras y no las guarda, Yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que Me rechaza y no recibe Mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final. Porque Yo no he hablado por Mi propia cuenta, sino que el Padre mismo que Me ha enviado Me ha dado mandamiento sobre lo que he de decir y lo que he de hablar. Y sé que Su mandamiento es vida eterna; por eso lo que Yo hablo, lo hablo tal como el Padre Me lo ha dicho.” (Juan 12:47-50).
Mucha gente no obedece las palabras de Cristo. Hasta mucha gente religiosa se ha extraviado de las palabras de Cristo y ha sustituido sus propios pensamientos. No creen que Cristo tuviera razón cuando dijo “edificaré Mi iglesia” (Mateo 16:18). La palabra “Mi” indica posesión. Una persona o un grupo de personas no tiene el derecho de formar su propia denominación y adorar a Dios a su manera. Jesús dijo “Toda planta que Mi Padre celestial no haya plantado, será desarraigada. Déjenlos; son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo.” (Mateo 15:13-14)
Los fundadores de las denominaciones humanas son ciegos guías. Los que adoran como miembros de tales denominaciones son ciegos seguidores. Por eso Jesús advirtió: “No todo el que Me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. Muchos Me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?’ Entonces les declararé: ‘Jamás los conocí; apártense de Mí, los que practican la iniquidad.” (Mateo 7:21-23)
En el Juicio Final, Jesús negará a ciertas personas. No será porque no lo adoraron, sino no lo adoraron según Su voluntad. Dios prometió construir una casa (Isaías 2:2-3). Cristo llamaba esta casa “Mi iglesia.” Jesús compró esta iglesia con Su sangre: “Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con Su propia sangre.” (Hechos 20:28) Nadie tiene el derecho de formar cualquier otra iglesia, ni de llamarla cualquier nombre que quiera.
¡Respetemos la autoridad de Dios! No debemos de añadir a las cosas que Dios ha mandado, ni sustraer de ellas (Apocalipsis 22:18-19). Si no respetamos la autoridad de Dios en la Biblia, no podemos alcanzar salvación (2 Juan 9-11).
¿Es usted salvo? Jesús dijo “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.” (Marcos 16:16). ¿Por qué no cree y se bautiza hoy?