Se discute mucho el rol de la mujer en la sociedad de hoy. La influencia de los movimientos feminista y “liberación de la mujer” está creciendo en todas partes del mundo. La mayoría de los hombres y mujeres están de acuerdo de que debería de haber igualdad en cuanto a empleo y salario. La mayoría está de acuerdo también en que las mujeres deberían tener los mismos derechos bajo la ley como los que tienen los hombres. Sin embargo, hombres y mujeres que son cristianos deben oponer muchas de las ideas del movimiento feminista porque son contrarias a la voluntad de Dios.
En la iglesia del Señor, hay algunos que cuestionan el rol de la mujer. Algunos dicen que las mujeres tienen el derecho de dirigir oración en público, de predicar, y hasta servir como “ancianas.” Tales personas han sido influenciadas por el movimiento feminista, y en algunos casos, por denominaciones como los pentecostales, que permiten a las mujeres hacer todo lo que hacen los hombres.
El deseo del cristiano verdadero es seguir la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios en cuanto al rol de la mujer en la iglesia se revela en Su libro, la Biblia (2 Timoteo 3:16, 17). Si queremos agradar a Dios y ser salvos por la eternidad, debemos seguir la Biblia. ¿Y qué dice la Biblia? ¿Cuál es el rol de la mujer en la iglesia?
Hay varios aspectos en que hombres y mujeres son exactamente iguales en los ojos de Dios. El amor de Dios es igual para ambos sexos (Juan 3:16). Dios no hace acepción de personas en cuanto a la salvación (Hechos 10:34, 35). Hombres y mujeres deben obedecer el mismo plan de salvación y recibirán las mismas bendiciones (Gálatas 3:26-28).
Sin embargo, hay aspectos también en que el plan de Dios para las mujeres es diferente de Su plan para los hombres. En la familia, Dios ha designado al hombre para ser la cabeza (Efesios 5:23). El hombre debe proveer por las necesidades físicas y espirituales de su esposa e hijos (Génesis 3:17-19; 1 Timoteo 5:8; Efesios 6:4). Las mujeres tienen un rol muy especial en el plan de Dios que no les fue dado a los hombres. Las mujeres deben ayudar a sus esposos, enseñar a sus hijos, y ser hacendosas en el hogar (Génesis 3:16; Efesios 5:22-24; Tito 2:4, 5). Los hombres y las mujeres son diferentes físicamente y sicológicamente. El rol que Dios ha designado respectivamente es perfecto para cada uno, porque Dios los creó.
Hay varios pasajes en la Biblia que se tratan del rol de la mujer en la iglesia. En 1 Corintios 11:3, el apóstol Pablo escribió: “Pero quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.” El hombre tiene una cabeza a quien debe someterse: Jesucristo. La mujer también tiene una cabeza a quien debe someterse: el hombre. Pero hasta Cristo tiene una cabeza a quien debe someterse: Dios el Padre. El hecho de que Cristo se somete a Dios no significa que es inferior a Dios. Tampoco la mujer es inferior al hombre, aunque se somete a él. Los roles que Dios ha designado para hombres y mujeres tienen nada que ver con inferioridad o superioridad. Tienen que ver con el propósito con el cual Dios ha creado hombres y mujeres.
Primera de Timoteo, capítulo 2 es un pasaje de mucha importancia en cuanto al rol de la mujer en la iglesia. En este pasaje, Pablo habla de la adoración pública de la iglesia cuando se reúne (2:1-2; 3:14-15). En versículo uno, Pablo manda que se hagan oraciones por todos los hombres. En la lengua griega en que escribió, la palabra que se traduce “hombres” es ἄνθρωποι, (anthrōpoi) una palabra que se refiere a seres humanos en general. Esta palabra incluye a hombres y mujeres. Pablo usa esta palabra otra vez en versículo cuatro cuando dice que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.” Pero en versículo 8, cuando Pablo habla de la dirección de oraciones, usa otra palabra que se traduce “hombres” igual, pero que lleva un significado más específico en griego. Esta palabra es ἀνήρ (anēr), que se refiere al sexo masculino exclusivamente. ¡Esta palabra no puede referirse a mujeres! Así que vemos que el mandamiento de dirigir las oraciones solamente es parte del rol del varón en la iglesia.
Hay un claro contraste entre el versículo 8, donde es mandado que los varones oren, y el versículo 11, donde es mandado que las mujeres aprendan calladamente, con toda obediencia. En el versículo 12, Pablo escribe: “Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que
permanezca callada.” Se prohíbe que en la iglesia una mujer “ejerza autoridad” sobre un hombre. No debe tomar un privilegio que no le pertenece. Está prohibido que una mujer predique o que públicamente enseñe clases bíblicas cuando hay hombres presentes. También les es prohibido a las mujeres dirigir la
oración pública cuando hay hombres en la asamblea.
Pablo da dos razones por las cuales Dios les ha dado la responsabilidad de liderazgo en la iglesia a los varones: (1) Adán fue creado primero, después Eva,
(2) Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. El hombre tiene liderazgo sobre la mujer porque Dios
lo creó a él primero. El hombre no fue creado para la mujer, sino que la mujer fue creada para el hombre (Génesis 2:18-24). En segundo lugar, Adán no fue
engañado en la tentación en el huerto del Edén, sino que Eva fue engañada (Génesis 3:6). La mujer es diferente que el hombre, y Satanás aprovechó de su
naturaleza más confiada para engañarla. Por supuesto, Adán también pecó, pero no fue engañado. Él sabía lo que hacía, y entró en el pecado con Eva deliberadamente.
Las mujeres tienen muchas áreas maravillosas con las que pueden servir a Dios. Dar a luz a hijos no es una maldición que resultó como consecuencia de la caída en el Edén, sino una bendición que Dios le dio a la mujer en el principio (Génesis 1:28; 3:16). Las mujeres también tienen el privilegio de ser maestras, no de hombres, sino de otras mujeres y de niños (2 Timoteo 1:5; Tito 2:3-5). Mujeres cristianas, tal como Priscila, pueden ayudar a sus esposos en privado para enseñar a otros (Hechos 18:24-26). Cristianas piadosas enseñan a otros por su ejemplo (1 Pedro 3:1, 2).
La paz prevalece en la iglesia, y Dios se agrada, cuando hombres y mujeres le sirven a Él en los roles que Él creó para ellos. No es apropiado para una mujer ser anciana, diaconisa, predicadora, ni líder público en la adoración a Dios. Pero el trabajo de ser buena madre, y maestra de niños y de otras mujeres es igual de importante. ¡Sometámonos humildemente a la voluntad de Dios!
En la iglesia del Señor, hay algunos que cuestionan el rol de la mujer. Algunos dicen que las mujeres tienen el derecho de dirigir oración en público, de predicar, y hasta servir como “ancianas.” Tales personas han sido influenciadas por el movimiento feminista, y en algunos casos, por denominaciones como los pentecostales, que permiten a las mujeres hacer todo lo que hacen los hombres.
El deseo del cristiano verdadero es seguir la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios en cuanto al rol de la mujer en la iglesia se revela en Su libro, la Biblia (2 Timoteo 3:16, 17). Si queremos agradar a Dios y ser salvos por la eternidad, debemos seguir la Biblia. ¿Y qué dice la Biblia? ¿Cuál es el rol de la mujer en la iglesia?
Hay varios aspectos en que hombres y mujeres son exactamente iguales en los ojos de Dios. El amor de Dios es igual para ambos sexos (Juan 3:16). Dios no hace acepción de personas en cuanto a la salvación (Hechos 10:34, 35). Hombres y mujeres deben obedecer el mismo plan de salvación y recibirán las mismas bendiciones (Gálatas 3:26-28).
Sin embargo, hay aspectos también en que el plan de Dios para las mujeres es diferente de Su plan para los hombres. En la familia, Dios ha designado al hombre para ser la cabeza (Efesios 5:23). El hombre debe proveer por las necesidades físicas y espirituales de su esposa e hijos (Génesis 3:17-19; 1 Timoteo 5:8; Efesios 6:4). Las mujeres tienen un rol muy especial en el plan de Dios que no les fue dado a los hombres. Las mujeres deben ayudar a sus esposos, enseñar a sus hijos, y ser hacendosas en el hogar (Génesis 3:16; Efesios 5:22-24; Tito 2:4, 5). Los hombres y las mujeres son diferentes físicamente y sicológicamente. El rol que Dios ha designado respectivamente es perfecto para cada uno, porque Dios los creó.
Hay varios pasajes en la Biblia que se tratan del rol de la mujer en la iglesia. En 1 Corintios 11:3, el apóstol Pablo escribió: “Pero quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.” El hombre tiene una cabeza a quien debe someterse: Jesucristo. La mujer también tiene una cabeza a quien debe someterse: el hombre. Pero hasta Cristo tiene una cabeza a quien debe someterse: Dios el Padre. El hecho de que Cristo se somete a Dios no significa que es inferior a Dios. Tampoco la mujer es inferior al hombre, aunque se somete a él. Los roles que Dios ha designado para hombres y mujeres tienen nada que ver con inferioridad o superioridad. Tienen que ver con el propósito con el cual Dios ha creado hombres y mujeres.
Primera de Timoteo, capítulo 2 es un pasaje de mucha importancia en cuanto al rol de la mujer en la iglesia. En este pasaje, Pablo habla de la adoración pública de la iglesia cuando se reúne (2:1-2; 3:14-15). En versículo uno, Pablo manda que se hagan oraciones por todos los hombres. En la lengua griega en que escribió, la palabra que se traduce “hombres” es ἄνθρωποι, (anthrōpoi) una palabra que se refiere a seres humanos en general. Esta palabra incluye a hombres y mujeres. Pablo usa esta palabra otra vez en versículo cuatro cuando dice que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.” Pero en versículo 8, cuando Pablo habla de la dirección de oraciones, usa otra palabra que se traduce “hombres” igual, pero que lleva un significado más específico en griego. Esta palabra es ἀνήρ (anēr), que se refiere al sexo masculino exclusivamente. ¡Esta palabra no puede referirse a mujeres! Así que vemos que el mandamiento de dirigir las oraciones solamente es parte del rol del varón en la iglesia.
Hay un claro contraste entre el versículo 8, donde es mandado que los varones oren, y el versículo 11, donde es mandado que las mujeres aprendan calladamente, con toda obediencia. En el versículo 12, Pablo escribe: “Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que
permanezca callada.” Se prohíbe que en la iglesia una mujer “ejerza autoridad” sobre un hombre. No debe tomar un privilegio que no le pertenece. Está prohibido que una mujer predique o que públicamente enseñe clases bíblicas cuando hay hombres presentes. También les es prohibido a las mujeres dirigir la
oración pública cuando hay hombres en la asamblea.
Pablo da dos razones por las cuales Dios les ha dado la responsabilidad de liderazgo en la iglesia a los varones: (1) Adán fue creado primero, después Eva,
(2) Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. El hombre tiene liderazgo sobre la mujer porque Dios
lo creó a él primero. El hombre no fue creado para la mujer, sino que la mujer fue creada para el hombre (Génesis 2:18-24). En segundo lugar, Adán no fue
engañado en la tentación en el huerto del Edén, sino que Eva fue engañada (Génesis 3:6). La mujer es diferente que el hombre, y Satanás aprovechó de su
naturaleza más confiada para engañarla. Por supuesto, Adán también pecó, pero no fue engañado. Él sabía lo que hacía, y entró en el pecado con Eva deliberadamente.
Las mujeres tienen muchas áreas maravillosas con las que pueden servir a Dios. Dar a luz a hijos no es una maldición que resultó como consecuencia de la caída en el Edén, sino una bendición que Dios le dio a la mujer en el principio (Génesis 1:28; 3:16). Las mujeres también tienen el privilegio de ser maestras, no de hombres, sino de otras mujeres y de niños (2 Timoteo 1:5; Tito 2:3-5). Mujeres cristianas, tal como Priscila, pueden ayudar a sus esposos en privado para enseñar a otros (Hechos 18:24-26). Cristianas piadosas enseñan a otros por su ejemplo (1 Pedro 3:1, 2).
La paz prevalece en la iglesia, y Dios se agrada, cuando hombres y mujeres le sirven a Él en los roles que Él creó para ellos. No es apropiado para una mujer ser anciana, diaconisa, predicadora, ni líder público en la adoración a Dios. Pero el trabajo de ser buena madre, y maestra de niños y de otras mujeres es igual de importante. ¡Sometámonos humildemente a la voluntad de Dios!